viernes, 13 de agosto de 2010

Evitando la deseperanza aprendida

Cuantas veces hemos escuchado en los pasillos de nuestros hospitales "no hay nada que hacer", "aquí está todo mal"....... Probablemente muchas.

Si aprovechamos algunos recursos básicos (no me da para más que eso) de epistemología nos podremos dar cuenta de pequeñas verdades que son construidas por el lenguaje.

Si es verdad que "no hay nada que hacer" quiere decir que ya lo he hecho todo. Lo mismo ocurre con el "todo está mal".... ¿será cierto que no hay nada bueno en una institución?

Dicho de otra forma, el decir con certeza absoluta que nuestros hospitales y el sistema público de salud está completamente mal y no hay nada que hacer, construye una realidad. Esa realidad implica que ya hicimos todo por mejorarlo y no dio resultados y que no existe nada que en el sistema funcione bien. ¿Es esa la realidad que vivimos a diario?....... Modestamente creo que no es así.

Miremos la eficiencia del sistema público. De más está decir que los indicadores de salud (mortalidad infantil, materna, expectativa de vida, etc) son comparables a los de un país desarrollado, con un gasto bastante menor. Sumado a esto, la incorporación de la atención privada que siguió a la constitución de las Isapres, no ha significado una mejoría de estos indicadores pero ha redundado en un encarecimiento de la atención.

Si uno logra calcular los gastos de atención de salud en Chile no podemos dar cuenta que de cada $10 que se gastan, 3,7 se utilizan en atender a 2 pacientes en el sistema privado, 2,5 en atender a 3 pacientes en el sistema de mutualidades u hospitales institucionales y 3,8 pesos se gastan en atender a 7 pacientes en el sistema público. Luego de esto cabe preguntarse ¿quién es más eficiente?

Claro, se podrá argumentar que el endeudamiento de la instituciones públicas de salud demuestra su falta de eficiencia, pero debemos clarificar cual es el objetivo económico de estas. Si partimos de la base que su objetivo económico es proveer salud,su eficiencia debe ser medida en la producción de salud y no en dimensiones monetarias.

existen diferentes técnicas y métodos que pueden ser utilizados para determinar la eficiencia en salud y algunos de ellos han sido presentados por autores nacionales como el Dr. Leandro Biagini, de quien tuve la suerte de ser alumno en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
www.conicyt.cl/documentos/fonis/eventos/.../Leandro_Biagini.ppt

miércoles, 4 de agosto de 2010

¿por qué Esculapio?


Asclepio (Esculapio), hijo de Apolo, practicaba la medicina según la antigua mitología griega. Su símbolo (la vara de Esculapio) ha sido durante muchos años reconocida como un símbolo asociado a las profesiones relacionadas con la salud.
La serpiente que asciende por la vara es un símbolo que en muchas culturas se asocia a la resurrección. Hades, el dios de los infiernos, al ver reducida su "población" se quejó lastimosamente ante Zeus, quien le quitó a Esculapio la facultad de resucitar, pero le mantuvo la posibilidad de sanación. De ahí su relación con el mundo de la medicina.

Cabe señalarse que en reiteradas ocasiones se confunde la vara de Esculapio con el caduceo de Hermes (Mercurio). La diferencia está en la ausencia de alas en la vara de Esculapio, como se puede ver claramente en el símbolo de la OMS.

La enseñanza y práctica de la medicina está llena de símbolos, colores y gestos que representan la identidad de cada uno de los miembros de los equipos de salud. Reconocer esta historia, hacerse partícipe de ella y fomentar su difusión constituye el legado que dejaremos a las futuras generaciones de médicos, enfermeras, matronas, técnicos y personal de la salud y también a nuestros usuarios.